Cuentan las leyendas que el origen del sistema QWERTY recae en las máquinas de escribir y en la necesidad de ralentizar la velocidad a la que escribían los mecanógrafos, pero, ¿qué tiene toda esta historia de cierto? A lo largo de los años, han surgido muy numerosos rumores en torno al origen de esta disposición de teclado y muchos de estos se han establecido con base en habladurías y comentarios sin demasiado rigor. Otros muchos, no obstante, sí que tienen parte de verdad, y es que hay muchas comparativas que son relativamente sencillas de hacer cuando tienes en cuenta cómo empezó todo.
Cuando hablamos del origen de los teclados QWERTY, es necesario viajar al año 1868, ya que fue el año en el que Christopher Sholes lo diseñó y patentó. Sin embargo, no lo vendió hasta el año 1873. Fue a la empresa Remintong y, en realidad, su objetivo era hacer que la gente pudiese escribir más rápido cambiando la disposición de las teclas para que estas se adaptasen mejor a nuestras manos. La idea era que pudiésemos usar las dos al tiempo en que se reorganizaba su disposición para mejorar el rendimiento.
QWERTY, ¿más rápido o más lento?
Es decir, que si nos ceñimos a la realidad, lo que Sholes quería era que escribiésemos más rápido, no más lento. Entonces, ¿por qué se ha dicho lo contrario durante años? La historia tiene su origen en el propio Crhistopher, aunque hay que viajar unos cuantos años más. Durante años, diversos inventores diseñaron distintas máquinas de escribir, aunque no se acercaban a lo que hoy día entendemos como tal. Fue en 1972 cuando el propio Sholes, junto con Carlos Glidden y Samuel W. Soulé, diseñó la primera máquina con verdadero éxito comercial.
No obstante, no tardó en hasta repudiarla, pero eso no evitó que continuase trabajando durante un tiempo en ella. Fue ahí cuando nació el concepto QWERTY. Por cómo funcionaba, era relativamente fácil que las máquinas de escribir se quedasen bloqueadas. Si se escribía demasiado rápido y se usaban determinadas teclas, las varillas que se accionaban para llevar la tinta al papel se chocaban las unas contra las otras. Esto producía que se atascasen cada dos por tres, aunque era muy fácil arreglar el problema.
Sea como fuere, era molesto, y es por esto que se tuvo que plantear una nueva distribución. Entonces, surgió el QWERTY. Analizando las letras más y menos utilizadas, se concibió un nuevo formato que reducía el número de veces en el que las barras de las teclas se cruzaban las unas con las otras. La idea era aumentar el espacio físico entre las teclas más comunes, logrando así aumentar la eficiencia.
Esto provocó que surgieran diversos rumores. Como los teclados originales permanecieron activos un tiempo y se siguieron comercializando, hubo quienes pensaron que el cambio no era para aumentar el rendimiento, sino para reducirlo. Como las teclas más comunes ya no estaban juntas, era fácil pensar que las habían movido para alterar el ritmo de los mecanógrafos que las usaban. O al menos eso es lo que se piensa.
Lo cierto es que como el rumor de que QWERTY era un sistema para ralentizar la escritura, y no una realidad, no existe una fuente a la que podamos agarrarnos de manera empírica para decir "aquí empezó todo". Es por esto que lo que hacemos es inferir que fueron las malas lenguas y el desconocimiento los que acabaron provocando que ese rumor se acabase convirtiendo en una leyenda urbana. Falsa, pero relativamente popular.
El caso es que, con el paso del tiempo, las empresas más importantes de la industria con relación a las máquinas de escribir terminaron adoptando este sistema, puesto que era cierto que era más eficiente, menos incómodo y más práctico. Una vez te adaptabas a él y realizabas el cambio, era más rápido. Es por esto mismo que el rumor de que QWERTY nació para ralentizar a los mecanógrafos no solo es falso, sino que es contrario a todo lo que se buscaba.
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