Pocas veces un aficionado al gaming o la informática se ilusiona tanto como cuando acaba de adquirir un PC nuevo y construido con las especificaciones que el o ella quiere para que pueda trabajar o jugar con el a sus juegos al máximo. Esa sensación de ''juguete nuevo'' es de las mejores, y más cuando puedes ejecutar tus programas favoritos aen ''ultra'' cuando anteriormente tenías que ajustar levemente o ''a la baja'' muchas de las opciones que ofrecían algunos de los títulos más nuevos.
Pero en no pocas ocasiones, nos encontramos con que nuestro nuevo y flamante equipo está sufriendo de ''hipos'' en su rendimiento. Si fuera porque es un PC que no está a la última y que hemos tenido que hacer con sobras -como quien dice- se podría entender, y más si no moderas un poco tus expectativas al haber creido que un supercomponente podría compensar la antigüedad de otros que creias que no eran tan necesarios. Y no es así.
Hay una serie de factores que pueden afectar a todo ordenador, incluidos los nuevecitos y más potentes; generalmente es algo que se ve y está más presente en equipos viejos o que no tienen bien equilibrada la arquitectura de sus componentes, o determinados ajustes de la configuración de su software. Otros factores como la refrigeración y el espacio disponible en el disco también son importantes. En pocas palabras, no sólo basta que el PC sea potente, también tiene que estar ajustado. Y aunque no son sólo los casos de los que os queremos hablar aquí, se pueden identificar muy claramente 5 factores que influyen en un rendimiento irregular, independientemente, insistimos, de lo nuevo que sea el ordenador. Si te quieres comprar un PC nuevo, o el que estrenaste hace poco no rinde bien, he aquí la explicación detallada de algunas de las causas principales.
Demasiadas aplicaciones en segundo plano: ralentizaciones
Esto es algo que afecta a todo ordenador, incluso los nuevos, o de hecho especialmente a ellos ya que aún no hemos tenido tiempo de probarlo como es debido y discernir lo que le afecta y lo que no: los programas y aplicaciones que se ejecutan en segundo plano. Este punto lo notamos mucho quienes nos dedicamos a los análisis de videojuegos o trabajamos en prensa de este tipo, aunque también es moneda corriente entre creadores de contenido o streamers.

A la hora de ejecutar un juego, el ordenador necesita optimizar y economizar tantos recursos como le sea posible, y si los juegos ya son exigentes de por sí, imagináos si tenéis funcionando en paralelo aplicaciones de captura de vídeo o los procesos que Windows ejecuta continuamente para poder trabajar. Si a eso le sumamos otros programas que podamos haber instalado nosotros mismos para realizar lo que queremos (ya sea grabar y editar nuestro gameplay, o programas de monitorizacion como MSI Afterburner), pues estamos forzando el PC algo más de lo recomendable. Y vale, uno potente no dará tantos problemas pero notaremos ralentizaciones en no pocas ocasiones.
Si los juegos ya son exigentes de por sí, imagináos si tenéis funcionando en paralelo aplicaciones de captura de vídeo o procesos de Windows
Unos cuantos ejemplos de programas que suelen consumir muchos recursos de memoria son Wallpaper Engine o software de control para los colores RGB de algunos componentes (sí, aunque sea una función para el aspecto físico del Hardware, consume memoria). La solución ''basta'' es aplicar más memoria RAM o espacio al disco -que esto también es otro factor que luego discutiremos-, pero en condiciones normales, lo suyo es apagar cuantos más procesos podamos que no sean imprescindibles, o directamente desinstalarlos. De ese modo reduciermos las pequeñas ralentizaciones o parones que podemos experimentar cuando jugamos a alguno de nuestro títulos favoritos y más demandantes.
Periféricos anticuados o desactualizados
En el caso de que seais jugadores ''hardcore'' seguramente veáis que, al jugar a un juego este tarda algo en reaccionar -especialmente shooters o juegos de acción- y supuestamente cumplís de sobra los requisitos para ejecutarlo. Habéis repasado los programas en segundo plano y también equilibrado las opciones gráficas para encontrar ese punto óptimo de rendimiento vs calidad... y aún así el juego se siente lento.

La respuesta en muchas ocasiones suele estar en unos componentes que no se piensa mucho en actualizar cuando se compra un equipo nuevo y porque son fácilmente heredables por el nuevo: el teclado y el ratón. Los dispositivos de entrada son una parte importante para el gaming y el trabajo. Aparte de que con los años van perdiendo resiliencia por el desgaste físico, está el hecho de que sus ''drivers'' o características no están pensadas para funcionar con algunos títulos o programas modernos.
Aunque sean dispositivos que duran mucho, quizás os convenga comprobar si ya toca jubilarlos por unos nuevos
La latencia es un factor importante, y cuanto más antiguos sean el teclado y el ratón más lo notaréis. En mi caso, llevo 10 años usando el mismo teclado, y ya empiezo a notar como en mi nuevo PC no reacciona tan rápido. Con el ratón pasa un poco igual, aunque no es tan antiguo, pero tiene un ''polling rate'' (la frecuencia a la que transmite su posición al ordenador para que este la represente en pantalla) que ya se está quedando antigua. Por daros un dato, si el ''estándar'' hoy en dia esta entre los 500 y los 1000Hz, el mio está por debajo de esa frecuencia; y da igual que lo actualice, porque no va a dar más de sí. En conclusión, aunque sean dispositivos que duran mucho, quizás os convenga comprobar si ya toca jubilarlos por unos nuevos; al menos son los componentes más baratos para un PC en realidad.
Discos duros o SSD demasiado llenos
Este es un factor que antes os hemos mencionado con el de las aplicaciones y que está lejánamente relacionado. Incluso si tenéis un SSD NVME 3 de alta capacidad -2TB es un buena cifra-, no deja de ser un disco duro que tiene que realizar funciones tan básicas como la paginación de los archivos.

Para poder realizar esta función y no depender tanto de la memoria RAM, nuestro disco duro o SSD necesita de cierta cantidad de memoria libre para poder emplear parte de su espacio disponible como memoria virtual para realizar la ya mencionada paginación. El mínimo imprescindible para que pueda funcionar sin demasiados bajones de rendimiento está entre el 10 y el 20% de su espacio total; en números brutos, si vuestro SSD tiene capacidad de 2 TB, deberíais dejar libre entre 200 y 400GB.
Siempre es mejor ir sobre seguros y no querer llenarlo demasiado. Por suerte la solución a este problema es sencillo: incorporar un disco de respaldo en el que guardar archivos menores (fotos, vídeos, audios proyectos) y que no necesita ser un SSD, o tener uno expresamente para instalar los juegos. Si bien es cómodo tener todas las aplicaciones en un mismo disco, lo más probable es que lo llenéis muy rápido.

Teniendo un disco duro para juegos distinto al del que tenemos instalado S.O hace que os podáis olvidar parcialmente de este problema; en especial si vuestro PC tiene 32GB de RAM o más. No notaréis tanto la paginación y los pequeños parones que la acompañan. Pero lo importante es que, salvo que vayáis a usar el disco auxiliar para guardar archivos sencillos, nunca lo llenéis del todo. Y si es un SSD, procurad no desfragmentarlo ni estar reinstalando o desinstalando muchos programas a menudo; acortaréis su vida útil.
Mal flujo de aire o estrangulamiento térmico
Este es uno de los problemas más engorrosos: el descenso en el rendimiento porque los sistemas de seguridad del PC obligan a reducir la potencia de ciertos componentes al estar calentandose en exceso. Se conoce como estrangulamiento térmico (thermal throttling), y de hecho podemos detectarlo sin necesidad de usar herramientas: lo oiremos nosotros mismos.
Cuando una CPU o una GPU están siendo forzadas en exceso, oiremos un leve zumbido que sale de dentro de la caja del PC: son los componentes de refrigeración de nuestro hardware (el dispersor térmico de la CPU o los ventiladores de la GPU) que se están poniendo a máxima potencia para enfriar parte del Hardware todo lo posible y evitar una desconexión del PC por seguridad. Elevar la frecuencia de giro de los ventiladores o del sistema de refrigeración líquida o el dispersor de la CPU no sirve -aparte que así no sabremos nunca si hay estrangulamiento térmico sin ayuda de algún programa de monitorización de temperatura-, ya que el problema suele estar en el flujo de aire.

A la hora de construir un PC, es importante contar con una caja grande no sólo para que quepan algunos componentes como las gráficas más nuevas de AMD o NVIDIA, tambien es para que haya suficiente espacio libre por el que circule el aire y pueda ser dispersado a través de las ventilas de nuestra caja. Es lo que se conoce como el flujo de aire, y es recomendable que sea constante o esté bien configurado.
Hay de dos tipos: flujo positivo y el negativo. El negativo es uno que se consigue con ventiladores que expulsan más aire del que entra en el interior del PC. Esta configuración es útil en un PC que está alojado en un ambiente en el que hay mucho polvo o partículas, o que no exprime al máximo la GPU o la CPU, ya que expulsa rápidamente el exceso de calor y no permite que entre mucha suciedad o polvo por las ventilas. El flujo positivo es el contrario, entra más aíre del que sale, y si bien es verdad que puede que haga que se acumule más polvo o suciedad en el interior -que también contribuye a aumentar la temperatura- si limpiamos el PC una vez cada pocos meses no es un gran problema.
Debéis comprobar el equilibrio de aire entrante vs aire saliente y aseguraros que pueda evacuar el sobrante de temperatura
Exceptuando periodos veraniegos, la temperatura ambiente suele es menor que la que hay dentro de un PC incluso cuando está en reposo -y ya no digamos cuando funciona a pleno rendimiento-, con lo que introducir aire más frío ayuda al proceso de refigreación. Pero también hay que evacuarlo, de ahí la importancia de un buen flujo de salida. En conclusión, debéis comprobar el equilibrio de aire entrante vs aire saliente y aseguraros que cuando el ordenador está funcionando al 100% pueda evacuar el sobrante de aire caliente antes de que produzca estrangulamiento térmico, el cual también provoca parones o ralentizaciones ya que está ''mitigando'' el uso de potencia de nuestros componentes.
El cuello de botella entre la CPU y la GPU
Y llegamos a la causa principal en muchos casos de que un PC rinda por debajo de lo que se espera: el famoso cuello de botella entre los dos componentes principales, el procesador y la gráfica. Este problema de rendimiento se suele dar especialmente cuando actualizamos nuestra trajeta gráfica a una más nueva, y nuestro procesador es de una generación anterior a la que hemos escogido.
Un cuello de botella en un PC es cuando la gráfica es realmente potente y trabaja a una gran velocidad pero el procesador no puede seguirle el ritmo procesando la información que envia. Se traduce en que la carga de ciertos elementos como las texturas será más lenta -incluso en ajustes medios o bajos, aunque ayude a mitigar el problema- y la pérdida de FPS. Ocurre incluso en casos en los que nuestra CPU cumple de sobra con el juego en cuestión. Aunque la estandarización de CPUs de 8 núcleos haya ayudado a paliar este problema, dado el grado de disparidad en los avances de las nuevas GPU vs los de las actuales CPU, siempre va a estar presente.

Por suerte una posible solución y que suele dar buen resultado para evitarlo es rebajar un poco las opciones gráficas del juego (aunque eso contradiga un poco el propósito de hacer un PC nuevo), incluso cuando este autodetecta que podriamos ejecutar el título a calidad ultra. Pero en última instancia, cuando penséis en reemplazar la GPU, comprobad que vuestra CPU no lastrará su potencial; y en el caso de que queráis hacer os con un PC nuevo, intentad que el procesador sea capaz no sólo procesar lo que la nueva GPU le enviará, sino que vaya como quien dice ''sobrado''. De ese modo, aguantará una o dos gráficas nuevas y más avanzadas a lo largo de su vida útil y no notaréis tanto el ''bottleneck''.
Imagen principal de Andre Tan (Unsplash)
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