Cuando empecé a jugar por primera vez a Baldur's Gate 3 corría el año 2020. Lo que nos ofrecía por aquel entonces eran poco más que migajas, pues el contenido —como es lógico— estaba muy limitado. Ahora, tres años después, lo nuevo de Larian Studios se ha erigido como una auténtica carta de amor a Dungeons and Dragons.
Tras más de 30 horas de juego, puedo decir que este es uno de mis RPG favoritos de la vida y gran parte de la culpa la tienen sus protagonistas, sus diálogos… Y sus monstruos. Sí, sus monstruos. Desde hace algunos años, y gracias a varios amigos, me inicié en el mundo de D&D. Cuando sucedió, me abrí a un universo lleno de posibilidades repleto de iconos, historias, mitos y leyendas.
Baldur’s Gate 3 es una carta de amor a D&D y los monstruos lo demuestran
De entre todas ellas, no obstante, la mayoría de jugadores tenían algunas muy presentes. Curiosamente, algunas de las más carismáticas no tenían nombre propio. Es decir, que no eran ni personajes concretos ni ciudades muy conocidas, que también. Hoy día, hablar de Waterdeep o de las mismas Puertas de Baldur es hablar de historia del rol.
No obstante, más allá de esto —y con permiso de los dragones— hay dos criaturas (lo siento, os mentí en el título, no era un monstruo, sino dos) especialmente conocidas: el Beholder y el Mímico. Al primero, en español, también lo conocemos como contemplador u observador, aunque en BG3 lo han llamado espectador. Al segundo… Bueno, este es el que más historia tiene, pero vayamos por partes.
En primer lugar, el espectador. Esta criatura ya apareció en varios tráileres e imágenes tradicionales, por lo que su aparición no fue ninguna sorpresa. Pese a ello, la primera vez que me la encontré mientras exploraba el mundo hice varios aspavientos y muecas de alegría, nostalgia y miedo. No fue una «sorpresa», pero al mismo tiempo sí que lo fue. Aunque me lo veía venir, tuvo mucho impacto.
El espectador y el mímico me encantan, pero cuanto más lejos, mejor
Ya sabía que me encontraría con al menos un espectador, pero la primera vez que aparece es puro cine.
Es por eso mismo que con la criatura con la que más me he emocionado —aunque me haya llevado varios mordiscos de recuerdo— es el mímico. Según me cuentan, salió en algún que otro tráiler, pero yo ese no lo vi. Así pues, cuando yo, iluso e inocente, me acerque a un cofre después de fallar una tirada de percepción que decidí ignorar, no pude evitar soltar un improperio al darme cuenta de que ese cofre no ocultaba un tesoro, sino un monstruo con muy malas pulgas.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención no fue su presencia, que también, sino su presentación. Y es que no creo equivocarme al decir que Larian Studio ha puesto mucho énfasis en ciertos encuentros. La primera vez que te cruzas con un espectador impone. Y mucho. Su presencia es digna de elogio y la cinemática con la que se nos muestra es sencilla, pero muy potente.
Con el mímico sucede más de lo mismo. Sin previo aviso, arranca una escueta cinemática en la que vemos como a un cofre le aparecen ojos por todas partes justo antes de abrir las fauces y reírse de ti, en tu cara, para luego pegarte un bocado. O no, porque al final, aunque me emocioné mucho, lo cierto es que no fue un desafío. Pese a ello, fue una muy grata sorpresa que espero no encontrarme de nuevo.
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