115 euros y una impresora 3D es todo lo que este usuario necesitó para darle una segunda vida a su anticuado PC de trabajo

Darle una segunda vida a un PC es algo que siempre satisface no sólo por el dinero que nos ahorramos antes de tener que buscar un nuevo equipo, sino porque es una oportunidad de poner a prueba nuestra inventiva e ingenio para con la informática y el modding. Y el caso que nos ocupa en esta pieza está relacionado con el no desperdiciar lo que parece que ya ha llegado al fin de su vida útil.

Como por ejemplo, un anticuado PC de oficina o ''mini PC''. Son equipos que no requieren de mucha potencia ya que los programas que han de ejecutar no precisan de componentes a la última. Cuando a esta veterana unidad le llegó la hora de ser ''licenciada'' de su puesto en la empresa, uno de los trabajadores de la misma eligió llevársela a casa para mejorarla.

Una mejora a PC Gaming de lo más barata

Después de llevarse el PC de la oficina a su casa, el usuario que firma esta historia tuvo que tirar de ingenio para intentar darle una nueva vida al PC que se llevó consigo; no podía ser uno ultra potente, pero sí que podría ejecutar más juegos que para los que se diseñó. Al ser uno equipo de oficina y de dimensiones más reducidas, la primera parte del problema consistía en aumentar la capacidad para dispositivos del equipo. Lo consiguió utilizando una impresora en 3D para crear un soporta para una GPU externa; posteriormente hizo un corte en el lateral de la carcasa por el que las conexiones de la tarjeta gráfica llegarían a la fuente de alimentación.

En 3D Juegos PC

Decir que el método de este usuario para mejorar el rendimiento de su CPU es casero se queda corto, pero sorprendentemente funciona

Ahora sólo necesitaba proporcionarle potencia gráfica y almacenamiento (el disco duro original tenía que ser destruido según política de la empresa). Con 50 euros, adquirió un SSD NVMe de 1 TB; con otros 50, encontró una Nvidia GTX 1050 Ti de segunda mano en buen estado, y con 15 euros más, un cable elevador PCIe con el que realizar las conexiones de su nueva gráfica por la apertura que le había practicado.

El resultado fue un PC Gaming bastante modesto, sí, pero con potencia suficiente para ejecutar juegos antiguos en ajustes medios (o altos según el juego) o incluso algunos relativamente nuevos en ajustes bajos. Y todo ello sin necesidad de disponer de ninguna parte del equipo original y realizando un gasto máximo de 115 euros.

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