La época de los remakes no ha acabado. Si bien es cierto que su importancia para rellenar el catálogo de lanzamientos es menor y, en ocasiones, estos remakes tienen muchísimo más trabajo detrás, no han dejado de satisfacer a los usuarios que buscan ciertas aventuras clásicas algo más rejuvenecidas.
Junto al remake de Splinter Cell por parte de Ubisoft anunciado a finales del pasado año, hoy Remedy Entertainment anuncia la vuelta de un coetáneo de Sam Fisher: Max Payne. El ex-policía de la vil Nueva York ha protagonizado 3 entregas y una adaptación cinematográfica, esta última con poco interés por parte de la prensa y los jugadores, y la licencia acabó en barbecho nada menos que una década.
Ahora, los padres de las primeras dos entregas —porque Max Payne 3 fue desarrollado enteramente por Rockstar Studios— recogen la batuta y traerán de vuelta estos juegos con un apartado visual espectacular. Mientras compañías como CD Projekt firmarán su próximo The Witcher con Unreal Engine 5, estos remakes de Max Payne y Max Payne 2: The Fall of Max Payne, harán uso del motor gráfico de Control: Northlight Engine.
La importancia de Northlight como motor gráfico ha quedado patente con la entrega de Jesse Faden, una entrega que hace uso de NVIDIA DLSS y trazado de rayos, por lo que podemos esperar un Max Payne a la altura de la generación actual. Si atendemos al comunicado de inversores de la compañía estadounidense, estos remakes se lanzarán en un único juego en solitario y contará con una producción digna de un AAA actual de la compañía.
Esto deja claro que si bien Alan Wake 2 es la punta de lanza del estudio de cara a 2023, Max Payne 1 y 2 Remake no será un desarrollo menor. Además, contará con Rockstar Games como la principal productora y, lamentablemente, hablamos de unos remakes en fase de conceptualización. Esto quiere decir que, aunque su anuncio se ha producido hoy, el juego puede que se demore 2 o 3 años en su desarrollo hasta que lo podamos ver completo.