Shadows of Rose, la aventura más psicológica de Resident Evil, no es lo que esperaba, pero me hace confiar en el futuro de Capcom

Cuando pensamos en Resident Evil, todos tenemos en mente los mismos elementos de forma general: zombis y puzles. La saga de Capcom se ha creado una identidad muy marcada a lo largo de los años, pero sus nuevas entregas (o al menos las que no tiran de rehacer viejas experiencias) están buscando con todas sus fuerzas crear una nueva generación de terror. Shadows of Rose, el DLC de Resident Evil: Village es la viva esencia de esto, y, con sus más y sus menos, prueba que la empresa japonesa no tiene miedo de experimentar con nuevas fronteras.

La expansión comienza años después del final del juego base y es protagonizada por Rose, la hija de Ethan Winters, que en Village es el motor de la trama. Tras 17 cumpleaños, la adolescente ahora trabaja para la B.S.A.A. aprovechando sus poderes sobrenaturales, muy a su pesar. Queriendo deshacerse de estos, Rose acepta sumergirse en un viaje sobrenatural en su camino hacia la normalidad.

Shadows of Rose no es exactamente una maravilla. Un DLC lleno de zonas recicladas, con enemigos no muy interesantes y una sequía de novedades mecánicas muy obvia, nos demuestra que, en efecto, esta expansión no es algo que se tuviese en cuenta al iniciar el desarrollo de Resident Evil 8, sino algo creado a petición de los fans, con todos los valores de producción que eso conlleva. Y, aun así, es exactamente lo que la franquicia necesitaba para demostrar a sus jugadores que tiene en manos un futuro más que interesante.

De siempre, cuando se ha hablado de títulos de miedo japonés, la franquicia rey en el apartado del terror psicológico ha sido Silent Hill. Los títulos de Konami fueron creados como respuesta a las primeras entregas de Resident Evil en la época de la primera PlayStation, pero optaron por dividir su terror entre sus sustos y grotescos enemigos, y el mundo interior de sus personajes. Shadows of Rose es la apuesta de Capcom por un miedo más parecido a este, volcado en la ambientación más grotesca y en el lado más traumático de la vida de su protagonista.

Y es que, incluso si la nueva subsaga de la franquicia (que comenzó con la primera aventura de Ethan en Resident Evil 7) rompe bastante con lo visto anteriormente, tanto a nivel de estética como en lo jugable, Resident Evil siempre vuelve a su cruzada con las megacorporaciones, las conspiraciones y las agencias detrás de sus sucesos. La saga poco a poco ha ido escapando de ello, con Village siendo la menos flagrante con el tema, pero aun así teniéndolo como parte de sus misterios. Su DLC, en cambio, va en sentido contrario, sin plantear ni resolver misterios relacionados con ello, y centrándose únicamente en su protagonista.

Lejos de ser otra historia de Umbrella u otro magnate utilizando sus experimentos de manera irresponsable, Shadows of Rose es, precisamente, el grito desesperado de una persona atrapada en esa telaraña y queriendo librarse de ella para llevar una vida norma. Rose nunca ha sido normal, y en varios momentos de esta expansión se trata eso como elemento central: las monstruosas representaciones de sí misma puede que no sean explícitamente la manera en la que se ve, pero sí que están ahí para que nosotros la tengamos presente distorsionada, grotesca y deformada; los traumas de su infancia y el rechazo sufrido vienen a por ella; y el dolor por la muerte de su padre está presente como recuerdo constante de la dura vida que lleva la joven.

Si este tratamiento de lo personal lo mezclamos con la ambientación y los escenarios más bizarros, alegóricos y psicológicos que ha visto la saga desde su nacimiento en 1996, nos queda un paquete que está más interesado en ser introspectivo y tratar a sus personajes como seres vivos, emocionalmente presentes en los hechos, que como meros protagonistas cuya función es servir de contenedor para el jugador. En una historia tan cargada de emociones como la de un padre que lo da todo por su hija, Shadows of Rose se queda con las consecuencias y los sentimientos antes que con el enorme entramado de preguntas sin responder que la saga lleva a cuestas.

Fuera de lo narrativo, creo que esta expansión tiene bastante potencial desaprovechado, pero también que señala un futuro brillante para Resident Evil. Capcom no tiene ningún miedo a arriesgar y probar cosas nuevas, y lleva años demostrándolo. Resulta irónico viendo lo exitosos que son sus remakes y el énfasis que se está haciendo en ello, pero lo que veo en esta nueva etapa de la franquicia es la intención de mantener vivo su legado y sus grandes pilares, a la vez que se lleva la saga a explorar nuevas fronteras del terror. Tras casi 30 años de trayectoria, aplaudo el ansia de experimentación y originalidad de Capcom, y me parece que Shadows of Rose es la viva muestra de que hay planes para hacer de esta una franquicia todavía más variada y sólida.

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